jueves, 24 de octubre de 2013

¿Dónde está tu mente? (1)

















Realizar al menos una actividad por día, deliberadamente, en atención plena va entrenándonos en el desaprender aquél piloto automático. Cierta "mecanicidad" con la que nos hemos entrenado para vivir incorporando pautas y hábitos que la mayoría de las veces en lugar de hacernos la vida “más fácil” nos la han complicado generando sufrimiento para nosotros y para los demás.

Realizar una actividad cotidiana en atención plena, transitando cada momento presente como un único momento de encuentro con la tarea pero fundamentalmente con uno mismo, abre nuestra mirada a un interior profundo en nosotros. Un interior calmo, luminoso, sencillo y libre de amar y de ser amado.

Cuando realizamos una actividad cotidiana  en atención plena, las causas del sufrimiento parecen “someterse”:
aquellos aspectos de nosotros que estaban en conflicto entre sí, se integran. Se desactiva nuestra negatividad, nuestro dolor y sufrimiento, no porque se repriman sino porque aprendemos a contemplarlos. Se disuelve el daño que hay en nosotros, nuestra aversión y temor.

Entonces, de manera sencilla, a consecuencia de ello, podemos alcanzar un ligero vislumbre de nuestra verdadera naturaleza que comienza a expresarse a partir de la apertura que experimentamos, a partir de la calma  natural que surge de la práctica y de la bondad que se expresa en nuestro corazón.

La práctica es simple y quizás esa sea su dificultad: nos invita a responder a la vida con sencillez y calma, dejando atrás el hábito de reaccionar… Nos invita a responder para lo cual tendremos que comenzar por escucharnosEsa sea quizás su mayor dificultad.

Cuando realizas una actividad cotidiana en atención plena, algunas veces verás que no estás allí. Verás que de pronto te has ido detrás de algunos pensamientos que parecían tener algo que ver con la actividad, pero que de pronto ves que nada tienen que ver. Entonces, ¿qué hacer?. Simplemente volver a la práctica y a hacer la actividad con toda la presencia que puedas. Si vuelves tu atención con amabilidad, si vuelves a la actividad sin reactividad, estarás empezando a responder. Y para responder necesitas antes escuchar, por tanto, ese es un básico despertar que te reportará paz y bienestar para ti y para los demás. 

Pruébalo y verás que es cierto. Solo tienes que practicar.