jueves, 1 de octubre de 2015

Acuérdate cuando bebiste lluvia del jardín...




En la dinámica de la vida, que es puro movimiento, es inevitable encontrarnos con el sufrimiento -como también es inevitable encontrarnos con la felicidad- pero en nuestra forma de vivir que en parte hemos construido y en parte heredado, el trato con las dificultades se nos han convertido en un serio problema. Todos experimentamos algún tipo de sufrimiento y como es natural, intentamos encontrar alivio. Entonces se puede decir que buscamos "refugio": algunas situaciones o hábitos que nos alivien de todo aquello que nos hace sufrir. Hay infinidad de "refugios": algunas personas encuentran ese alivio en el trabajo por ejemplo, otros, en las adicciones a sustancias, otros en el consumo de objetos, en el comer, incluso en el pasear. Es condición de nuestra naturaleza el buscar refugio del sufrimiento y hay muchas formas de refugio, algunos verdaderos otros no.

El refugio verdadero es aquél que nos permite no huir del sufrimiento, tan solo encontrar alivio pero sin convertirse en una vía de escape. El refugio verdadero es aquél que no alimenta lo que nos hace sufrir pero que tampoco lo evade o escapa. El refugio verdadero es mirar y poder seguir mirando.

Entonces podemos ver, mirando nuestro trato con el sufrimiento, que la mayoría de nosotros no sabemos cómo poder estar en paz en medio de las dificultades;  e impulsados por nuestra naturaleza, al buscar refugio, lo que encontramos son solo vías de escape que tarde o temprano se vuelven nuevas fuentes de sufrimiento para nosotros y para los demás. Podemos decir como dice Thich Nhat Hanh: "Queremos paz pero no sabemos como conseguirla" y agrega: "No hay camino para la paz, la paz es el camino".

¿Y cómo hacer del camino de la vida diaria, con sus angustias y sus penas, un camino de paz? 
Esa es la práctica de la atención plena o de la plena conciencia. Cuando estamos ante una dificultad si queremos escapar, si queremos huir o evitar, padeceremos el sufrimiento de la no conciencia, del escape y de la huida. En cambio, si cuando estamos ante una dificultad nos mantenemos en el momento presente, mirando lo que es que está ocurriendo, contactando seriamente con las sensaciones y haciendo lugar a lo que sentimos, entonces aun en el dolor, podemos estar en paz porque nuestra forma de transitar esa dificultad será pacífica.

¿Y cómo lograr mirar y no escapar del sufrimiento?
Retornando a la práctica cada vez. Si estamos caminando, caminando conscientemente. Si estamos cocinando, cocinando conscientemente. Si estamos hablando con alguien o escuchando a alguien, haciéndolo conscientemente  para saber qué decir, como escuchar y cuándo no decir nada. Cuando ha sido un largo día, de esos en los que nos es difícil encontrar un poco de paz, la meditación formal sentados a la noche puede ser nuestro refugio, esa isla en la que pararnos y poder mirar.

La práctica no nos evitará el dolor, no cambiará las cosas dolorosas por cosas agradables como por arte de magia, pero sí será un espacio de refugio verdadero primero y luego un lugar desde el cual podremos mirar y advertir cuánto dolor es un "agregado" que proviene de nuestras formas de huir y evitar. Como aquél  garbanzo, cuando estemos a punto de saltar de la olla donde la vida nos cuece, podremos advertir, por la practica de la conciencia, que la vida siempre nos está preparando, siempre está haciendo de cada uno de nosotros alguien mejor. Al practicar con humildad y con amabilidad escucharemos a la vida diciéndonos: "Acuérdate cuando bebiste lluvia del jardín. Eso era para esto."  


De Rumi:
Un garbanzo salta casi hacia fuera del borde de la olla en donde esta siendo hervido.

"¿Porque me estas haciendo eso?"
El cocinero lo tumba hacia abajo con la cuchara.
"No trates de saltar.
Tu crees que te estoy torturando.
Te estoy dando sabor,
para que te puedas mezclar con especias y arroz
y puedas ser la vitalidad encantadora de un ser humano.
Acuérdate cuando bebiste lluvia del jardín.
Eso era para esto."  Primero la gracia. Placer sexual,
luego hervir una nueva vida comienza,
y el amigo tiene algo bueno para comer.
Eventualmente el garbanzo  le dirá al cocinero,                            
"Hiérveme mas.
Pégame con la cuchara desnatadora.
No lo puedo hacer por mi mismo.
Soy como un elefante que sueña con jardines
de nuevo en Hindustan y no le pone atención  a su conductor.
Tu eres mi cocinero,  mi conductor,
mi camino hacia la existencia.
Amo tu cocinar."

El cocinero dice,  
"Yo fui como tu una vez, fresco desde la tierra.
Luego herví en el tiempo, y herví en el cuerpo,
dos hervimientos feroces.
Mi alma-animal creció poderosa.
Lo controle con practicas, y herví aun mas,
y herví mas allá de eso,  

hasta convertirme en tu maestro."

jueves, 24 de septiembre de 2015

Bienestar y malestar

Estás aquí
No corras de ti mismo a las tierras del no ver
no saltes  al pozo oscuro de la ignorancia.
Atraído por la fuerza de tu corazón amable y compasivo
ve a la luz de tu Ser, donde todo es como debe ser.
Donde la experiencia del saber donde estás no es una amenaza.
Estás aquí,
no corras de ti mismo escapando del dolor a la tierra del sufrimiento
y cuando la tentación te asalte no te mires en el espejo de la ilusión,
antes corre el velo que te impide la visión clara y luminosa.

No huyas de ti porque estarás allí a donde vayas.
Camina confiado y sereno la tierra y el cielo de tu corazón
amable y compasivo.





Cuando inhalamos muchas cosas nos pasan.  Cuando respiramos, muchas cosas vienen a nuestra mente a través de nuestros pensamientos y muchas emociones pueden “agitarse”. Incluso nuestro cuerpo puede dar ciertas señales de resistencia: la respiración se entrecorta, nos resulta insuficiente, se profundizan algunas molestias o tensiones de la postura, nos resulta difícil permanecer quietos… todas señales de que algo no muy bueno nos está pasando. Cuando contemplamos la respiración conscientemente, vamos hacia una experiencia de bienestar pero a veces atravesando una experiencia de malestar.


Nuestra respiración está ahí. Ocurre desde siempre. Está presente, está disponible. Es decir, damos un paso y accedemos a ella. Pero ese paso es un paso de conciencia, púes de lo contrario, seguiremos respirando automáticamente sin prestarle atención a lo que está ocurriendo y que nos habla a través de nuestra respiración. Por lo tanto, dar ese paso es imprescindible. Es lo único que tenemos que hacer. Dar el paso de ir hacia nuestra respiración.  Cuando respiramos concientemente nuestra mente está cerquita de nuestro cuerpo, por así decirlo. Ambos, cuerpo y mente, se acercan e inician el camino de estar integrados. Y es allí que puede surgir esa experiencia de bienestar o malestar.

El maestro Budista Vietnamita Tich Nath Hanh, habla de “entrar en contacto en orden”, es decir, entrar en contacto concientemente con algo. Cuando respiramos concientemente, entramos en contacto  “en orden” ya sea con  la experiencia  de bienestar,  o con la experiencia de malestar. Ambas son experiencias iluminadoras pues están basadas en el orden de la conciencia, por lo tanto, en el primer caso vamos “a nutrirnos y a sanar” y en el segundo caso vamos a “protegernos y a transformar”, dice Tich Nath Hanh.

La experiencia del bienestar, del estar bien, nos dice que hemos entrado en contacto con ese reino de paz disponible, cercano. La experiencia del malestar, es decir, del estar mal, nos dice que hemos entrado en contacto con lo negativo que hay en nosotros y en el mundo exterior, pero por ser una experiencia “en orden”, surge para que podamos transformar esa negatividad, y protegernos aprendiendo qué no hacer, qué no decir, por dónde no andar… La experiencia de malestar nos conduce a la iluminación de saber qué tengo que dejar de hacer porque me hace daño, porque no es una costumbre o un hábito compasivo y responsable para conmigo mismo y para con los demás. Pero no parece tan sencillo, pues la fuerza del hábito nos empuja a salir de ese orden, y al cabo de unos pocos minutos estamos en contacto con la respiración pero de forma totalmente inconciente.

Cuando respiramos concientemente, tendremos una experiencia de uno de estos dos tipos: bienestar o malestar. Pero podemos protegernos y transformarla si es de malestar o nutrirnos si es de bienestar si permanecemos atentos a que es la realidad que nos visita. Es lo que es, lo que nos está visitando. Ese estar allí, con la respiración, acercando nuestra mente a la experiencia corporal, nos está diciendo “Estás aquí”. Estás disponible para lo que está ocurriendo, y si estás disponible para lo que está ocurriendo, entonces tienes las riendas para transformar y protegerte o para sanar y nutrirte.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Un estado de aceptación
















La calma no emerge en nuestra vida cuando los conflictos han pasado. Al menos no deberíamos depender de ello, porque en la red de compromisos y relaciones que es la vida lo más seguro es que vayamos a encontrarnos  frecuentemente con conflictos y tensiones. 
Entonces la paz emerge de poder detenernos, sentarnos, respirar...tomar una sana distancia que nos permita ver más allá.
La paz emerge de comprender el origen del sufrimiento no de evitarlo. La paz emerge firme y estable de la práctica constante, disciplinada y bondadosa como un verdadero estado de aceptación.

En setiembre inicia un nuevo curso de reducción del estrés basado en la atención plena.
Coordinan: 
Dra. Marianella Mussio - Prof Martín González

095293847          //        099532725

jueves, 18 de septiembre de 2014

paz y alegría

Practicar conscientemente es bueno para nosotros mismos y también lo es para los demás. Aliviando nuestro sufrimiento aliviamos el de los demás y cuando nuestro entorno vive la paz y la alegría nos devuelve precisamente eso: paz y alegría.

Programa de reducción del estrés basado en la atención plena
Inicia en setiembre. Coordinan:
Dra.  e Inst. Marianella Mussio y Prof. Martín González


martes, 16 de septiembre de 2014

Calma: una práctica esencial

Cuestiona tus propias creencias y así descubrirás la cuota de ignorancia y engaño con que miras la realidad. Se benevolente y compasivo pero a la vez curioso y cuestionador. Que la llama de la pasión no se extinga pero que al arder no lo  incendie todo. Recuerda que las prácticas que nos conducirán a la calma tienen que ser de su propia naturaleza. Para llegar a destino tenemos que tomar el camino que nos conduzca a dicho destino, luego podemos tardar en recorrerlo el tiempo que sea y utilizar el medio de transporte que elijamos. Pero será imprescindible que el camino tomado conduzca al destino perseguido. Por eso, la práctica de la calma es una práctica esencial, porque es el camino que transitamos para alcanzar la paz.


en setiembre inicia nuevo curso de 
reducción del estrés basado en la atención plena
Coordinan  Marianella Mussio y Martín González en el Centro Clínico del Sur

jueves, 24 de octubre de 2013

¿Dónde está tu mente? (1)

















Realizar al menos una actividad por día, deliberadamente, en atención plena va entrenándonos en el desaprender aquél piloto automático. Cierta "mecanicidad" con la que nos hemos entrenado para vivir incorporando pautas y hábitos que la mayoría de las veces en lugar de hacernos la vida “más fácil” nos la han complicado generando sufrimiento para nosotros y para los demás.

Realizar una actividad cotidiana en atención plena, transitando cada momento presente como un único momento de encuentro con la tarea pero fundamentalmente con uno mismo, abre nuestra mirada a un interior profundo en nosotros. Un interior calmo, luminoso, sencillo y libre de amar y de ser amado.

Cuando realizamos una actividad cotidiana  en atención plena, las causas del sufrimiento parecen “someterse”:
aquellos aspectos de nosotros que estaban en conflicto entre sí, se integran. Se desactiva nuestra negatividad, nuestro dolor y sufrimiento, no porque se repriman sino porque aprendemos a contemplarlos. Se disuelve el daño que hay en nosotros, nuestra aversión y temor.

Entonces, de manera sencilla, a consecuencia de ello, podemos alcanzar un ligero vislumbre de nuestra verdadera naturaleza que comienza a expresarse a partir de la apertura que experimentamos, a partir de la calma  natural que surge de la práctica y de la bondad que se expresa en nuestro corazón.

La práctica es simple y quizás esa sea su dificultad: nos invita a responder a la vida con sencillez y calma, dejando atrás el hábito de reaccionar… Nos invita a responder para lo cual tendremos que comenzar por escucharnosEsa sea quizás su mayor dificultad.

Cuando realizas una actividad cotidiana en atención plena, algunas veces verás que no estás allí. Verás que de pronto te has ido detrás de algunos pensamientos que parecían tener algo que ver con la actividad, pero que de pronto ves que nada tienen que ver. Entonces, ¿qué hacer?. Simplemente volver a la práctica y a hacer la actividad con toda la presencia que puedas. Si vuelves tu atención con amabilidad, si vuelves a la actividad sin reactividad, estarás empezando a responder. Y para responder necesitas antes escuchar, por tanto, ese es un básico despertar que te reportará paz y bienestar para ti y para los demás. 

Pruébalo y verás que es cierto. Solo tienes que practicar.






martes, 17 de septiembre de 2013

¿Dónde está tu mente? 2

¿Quién soy, hacia dónde voy, qué hago aquí?

La meditación de las tres preguntas



En la tarea que nos llevamos el lunes en un punto decía: 
En la mañana, antes de levantarte, intenta hacer algunas respiraciones abdominales que puedes acompañar con estas tres preguntas: “quién soy”, “qué hago aquí” y “hacia dónde voy”

Generalmente, ante una pregunta tendemos a buscar respuestas. Acostumbrados a las seguridades que nuestro ego requiere, una pregunta siempre nos sugiere una respuesta y en ésa búsqueda de respuestas puede que al encontrarlas, sintamos angustia, abandono, frustración y por lo tanto estemos sin querer ni darnos cuenta, impulsados a no
seguir preguntándonos, lo que significa abandonar la práctica. 

Pero ocurre que esta vez nos preguntamos para quedarnos en la pregunta. La gran revelación de este tipo de preguntas no está en la respuesta que obtengamos sino, en la posibilidad de estar en el ámbito de la pregunta. De poder permanecer allí, y mediante la atención plena, captar nuestra mente de principiante. 

¿Comprendes? Quedarnos en el ámbito de la pregunta. Estar en la energía del que pregunta, del que no sabe...y ante la pregunta ser siempre como un principiante: mirando por primera vez, conociendo por primera vez, practicando por primera vez. ¡Cuánta alegría y asombro hay en las cosas que emprendemos por primera vez! ¡Cuánta sana curiosidad ponemos en las cosas nuevas que abordamos! 

De eso se trata pues "la mente de principiante": ¿podemos quedarnos investigando sobre nosotros mismos sin abordar en respuestas? ¿podemos quedarnos en el ámbito de la pregunta como quien se queda con el perfume de la flor?

La seguridad que nuestro ego nos exige obtener no es una seguridad, es una ilusión porque desde su lógica jamás sabremos quienes somos, qué hacemos aquí y hacia dónde vamos, porque la lógica de nuestro ego es la de hacernos funcionar con el piloto automático, es decir de la forma menos consciente posible.

Ahora, la lógica de la meditación y del autoconocimiento, es la lógica de mantenernos en el ámbito de la pregunta, del que quiere saber. Hacernos estas preguntas requiere mucha delicadeza y también mucha firmeza por lo que es una especie de arte. Preguntarnos y mantenernos en la energía de la pregunta, del que pregunta, del que no sabe. Una y otra vez dejar el hábito de controlarlo todo, ejercicio que quizás estemos iniciando con este preguntarnos en silencio, al despertarnos cada mañana, al contemplar un paisaje, en los momentos de distensión y a la noche cuando vamos a dormir y cerramos los ojos.

Este preguntarnos es de la naturaleza de la humildad, (a diferencia de nuestro ego que cree saberlo todo y poder alcanzarlo todo empujándonos a una constante lucha con la realidad), esta sencilla práctica nos enseña acerca de la humildad. Vamos a la práctica de las tres preguntas como preguntándonos “¿dónde esta mi mente”? Así permaneceremos en silencio y quietud sin violencia, sin hostilidad y sin apego porque no perseguimos una respuesta sino que, estamos iluminando nuestra capacidad de conocer.


Meditar es descubrir que nuestro Ser está aquí y ahora,
que eso que buscamos somos nosotros mismos.
Y que para acceder a esa “dimensión” real de la existencia
no tenemos más que reaprender a estar 
en la quietud y el silencio.
Quien está quieto, espera. Tiene esperanza.
Quien está en silencio, confía. Es humilde.
De eso se trata la meditación de las tres preguntas.